segunda-feira, 13 de outubro de 2008

"Las brasileñas que se prostituyen en España no se ven como víctimas"

Una experta en trata de mujeres con fines de explotación sexual asegura que la mayoría sabía que iban a ejercer como prostitutas, pero fueron engañadas respecto a las condiciones.
- ¿Son obligadas las mujeres a prostituirse? ¿Vienen engañadas?
- De las chicas que he conocido y por informaciones de algunas de las organizaciones que las atienden, un porcentaje pequeño pensaba que venían a trabajar en otra cosa. El engaño no se da tanto en la actividad que vienen a ejercer como en las condiciones de ejercicio de la actividad y en el valor de la deuda que tienen que pagar.
Mientras no la saldan, muchas veces les retienen el pasaporte, no les dejan tener plena libertad de movimiento e incluso las amenazan. Si no quieren trabajar tantas veces como les dicen, les pegan o las amenazan personalmente o a sus familias. Cuando les pegan, nunca es en el rostro, para que no queden marcas y perjudiquen el trabajo. Verificamos, en algunos pocos casos, violaciones. Y conozco a chicas que se engancharon a la cocaína para soportar el ritmo de trabajo.
Las mujeres tienen la percepción de que pagando su deuda podrán, a partir de ahí, juntar dinero para mandar a sus familias y después volver a Brasil. Pasados tres meses de su estancia en España, se quedan como irregulares documentales y siguen en una situación de vulnerabilidades sujetas a la explotación. Las que quieren dejar la prostitución no encuentran mejores posibilidades (por su irregularidad). Si salen del club/piso, terminan trabajando como empleadas del hogar o cuidando ancianos. Aunque tendrían más capacidades para trabajar en otros sectores, no pueden conseguir un trabajo formal. El dinero conseguido en esas actividades no es suficiente para seguir enviando dinero a sus familias, lo que las hace seguir en la prostitución.
- ¿Existen clubes que se quedan con todo el dinero que ganan las mujeres?
- Las mujeres víctimas de trata con fines de explotación sexual no se ven como víctimas de esa forma de explotación. Entienden la venida a España, por medio de terceras personas, como una estrategia migratoria, aunque sea ejerciendo la prostitución. Así, no perciben las formas de explotación que sufren y creen que están simplemente pagando la deuda asumida.
Podemos identificar, grosso modo, dos momentos de explotación: el primero, cuando las mujeres llegan a España, donde todo el dinero que ganan es para los dueños del club o del piso, hasta que consiguen saldar la deuda. Después de saldarla, los dueños se quedan con un porcentaje de lo que ganan, sea en servicios sexuales, sea en lo consumido en copas por los clientes.
Creo que es importante diferenciar los dos crímenes relacionados con intermediarios que posibilitan el traslado de personas de un país a otro: el tráfico de migrantes, también conocido como contrabando de personas, donde el traficante posibilita la entrada de una persona a otro Estado, por vías no normales, cuando ésta no cumplía los requisitos necesarios para ser aceptada por el país de destino; y la trata de personas, que se refiere a garantizar la entrada de una persona en otro Estado con el fin de explotarla en el país de destino. Esa explotación puede ser sexual, laboral, para donación de órganos y para casamiento forzado, entre otros.
Existe otro contexto en que se verifica la explotación sexual de mujeres brasileñas que no fueron traídas a España por redes de trata. Conocemos casos de mujeres que fueron traficadas, saldaron la deuda, volvieron a Brasil, decidieron más tarde regresar a España de forma autónoma, sin la ayuda de nadie y sabiendo cómo funciona el mercado sexual. En este caso, buscaron por sí solas ejercer la prostitución en clubes o pisos. Eso no quita que sean o hayan sido explotadas en esos clubes, pero no podemos definir a esas mujeres como víctimas de trata y sí como mujeres explotadas sexualmente.
- ¿Cuáles son las vías de entrada que utilizan las redes de trata de blancas?
- Antes venían a Madrid, pero hace dos o tres años, con las restricciones en la frontera, comenzaron a entrar por Lisboa. Luego, ocurrió lo mismo allí y comenzaron a utilizar París como vía de entrada en Schengen, para trasladarse posteriormente a España.
Tras aterrizar, viajan en tren o por carretera, tanto en coche como en bus. O las van a buscar o ellas poseen instrucciones de cómo llegar a España. Las redes procuran que vengan arregladas y les dan unas lecciones para que sepan responder a la policía. Lo importante es que no parezca que vienen a ejercer la prostitución.
- ¿Por qué hay tantas brasileñas que ejercen la prostitución en clubs españoles?
- Puede haber muchas explicaciones. La prostitución es un negocio, donde se busca el lucro por encima de todo. Así, las redes de trata buscan más que nada las nacionalidades que les presentan facilidades en la entrada de las mujeres, hombres y transexuales en los países de destino (pese a que las mujeres son la gran mayoría) y las que les posibilitan más lucro. Otro aspecto elegido por las redes es la situación de vulneración social de las mujeres, sea por cuestiones momentáneas de los países, sea por ausencias estructurales del propio Estado. Los propios espacios de ejercicio de prostitución no siempre son ocupados por todas las nacionalidades.
Las mujeres brasileñas, por ejemplo, no suelen trabajar en la calle y sí en pisos y clubs. La explicación dada por algunos es que el colectivo de las brasileñas es bastante rentable. Ese tipo de negocio no involucra solamente el sexo en sí. Hay servicios paralelos que suelen dar mucho dinero como, por ejemplo, las copas. Las brasileñas consiguen que los hombres beban más y les inviten a copas. El dueño del club gana de ese modo parte de lo conseguido con las copas y con el servicio sexual.
El perfil de los clientes de la prostitución, también conocidos como "puteros", no está debidamente estudiado. Lo que sí se percibe es que el cliente no se ve preocupado por la persona que está en el otro lado, por esa mujer con la cual mantiene relaciones sexuales. Para ellos, se trata de un contrato de prestación sexual. Donde sus fantasías y la relación de patriarcado aún imperante hace que se vean en el derecho de comprar a una mujer, aunque sea por media hora, y poseerla como un objeto.

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