sábado, 18 de outubro de 2008

A punto de perderse, tradición oral y musical en San Pedro Benito Juárez

Miguel Ángel Domínguez Ríos
A la par de la pérdida de la esencia del Huey Atlixcáyotl, por falta de investigación sobre el origen de las danzas, en el caso de San Pedro Benito Juárez, comunidad cercana al Popocatépetl, está a punto de perderse toda una tradición oral de la música de ese magno festival. “Y junto a ese panorama, los instrumentos empleados por los danzantes siguen echándose a perder sin que alguien logre meter las manos para salvarlos”, lamentó el antropólogo Adelaido Amaro Aranda.
Recordó que en 1993, junto a otra compañera de profesión, Claudia Robles Galindo, lograron editar un audio casette sobre la música precisamente del Atlixcáyotl. “Es un escrutinio que consiste en dar seguimiento a la procedencia de todas y cada una de las interpretaciones musicales de ese acto cultural. Y el trabajo de campo fue de igual manera en todos y cada uno de los pueblos involucrados”.
Y en esa tarea, admitieron los entrevistados, descubrieron una realidad: “Encontramos un violín de alta calidad y diseño que en la comunidad de San Pedro Benito Juárez sigue destruyéndose por el descuido. Y nadie mete las manos, nadie ayuda a los dueños que son de escasos recursos económicos”, contó Robles Galindo.
De acuerdo con el testimonio de Adelaido Amaro, “los instrumentos a los que hacemos referencia literalmente están pudriéndose por la humedad. Además, el dueño y músico, que sabe todo de memoria, es alguien con muchos años de vida y en consecuencia nada pueda hacer. Esa persona, por cierto, conoce canciones de entre 1880 y 1890 que terminarán irreparablemente por extraviarse. Hablamos de alguien muy sabio.”
En otro orden de ideas, los antropólogos anunciaron que el próximo mes de noviembre Atlixco será una de las sedes de un congreso internacional sobre el maíz. “Por eso lanzamos la invitación para quienes estén interesados en participar. Nuestra mesa de debate será en torno a ese grano y la cultura popular. La idea es abarcar asuntos como la gastronomía, artesanía y en general toda la cultura que gira alrededor de ese producto”.
Claudia Robles anticipó que otra de las reuniones será en el museo de Santa Rosa y en el tercer patio del Carolino. “Deseamos que la gente conocedora sobre danzas, música y hasta poesía sobre el maíz esté con nosotros. Vamos a recibirlos con gusto del 13 al 15 de noviembre”. Otro de los planes, comentaron, es firmar un convenio con el museo de Atlixco para permitir la salida de algunas piezas prehispánicas y que estén relacionadas con el maíz para llevarlas a esos encuentros”.
Explicaron que “durante milenios, la historia del maíz y la del hombre corren paralelas en tierras mexicanas. Más que paralelas están indisolublemente ligadas. El maíz es una planta humana, cultural en lo más profundo del término, porque no existe sin la intervención inteligente y oportuna de la mano, no es capaz de reproducirse por sí misma. Más que domesticada, la planta de maíz fue creada por el trabajo humano”, afirmaron.
Al cultivar el maíz, comentaron, el hombre también se cultivó. “Las grandes civilizaciones del pasado y la vida misma de millones de mexicanos de hoy tienen como raíz fundamento al generoso maíz. Ha sido un eje fundamental para la creatividad cultural de cientos de generaciones; exigió el desarrollo y el perfeccionamiento continuo de innumerables técnicas para cultivarlo, almacenarlo y transformarlo; condujo al surgimiento de una cosmogonía y de creencias y prácticas religiosas que hacen del maíz una planta sagrada; permitió la elaboración de un arte culinario de sorprendente riqueza, marcó el sentido del tiempo y ordenó el espacio en función de sus propios ritmos y requerimientos; dio motivo para las más variadas formas de expresión estéticas. Por eso, en verdad, el maíz es el fundamento de la cultura popular mexicana”.
El maíz, finalizaron, representa cerca de la mitad del volumen total de alimentos que se consumen en México cada año y proporciona a la población cerca de la mitad de las calorías requeridas. “Esta magnitud es aún mayor en los grupos de bajos ingresos, especialmente los campesinos. La sustitución de ese cereal por otros alimentos causaría una crisis total en la vida del país, porque el consumo de ese grano está acompañado de un enorme e inconmensurable conocimiento popular”.

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